La licuefacción de suelo describe el comportamiento de
suelos que, estando
sujetos a la acción de una fuerza
externa (carga), en ciertas circunstancias pasan de un estado sólido
a un estado líquido, o adquieren la consistencia de un líquido
pesado. Es un tipo de corrimiento,
provocado por la inestabilidad
de un talud. Es uno de los fenómenos
más dramáticos y destructivos y, además, más polémicos y peor
explicados que pueden ser inducidos en depósitos por acciones
sísmicas.
Es más probable
que la licuefacción1
ocurra en suelos granulados sueltos saturados o moderadamente
saturados con un drenaje pobre, tales como arenas sedimentadas o
arenas y gravas que contienen vetas de sedimentos impermeables.2
Durante el proceso en que actúa la fuerza exterior, por lo
general una fuerza cíclica sin drenaje, tal como una carga
sísmica, las arenas sueltas tienden a disminuir su volumen, lo
cual produce un aumento en la presión de agua en los poros y por lo
tanto disminuye la tensión
de corte, originando una reducción de la tensión
efectiva.
Los suelos más susceptibles a la licuefacción son aquellos
formados por depósitos jóvenes (producidos durante el Holoceno,
depositados durante los últimos 10,000 años) de arenas y sedimentos
de tamaños de partículas similares, en capas de por lo menos más
de un metro de espesor, y con un alto contenido de agua (saturadas).
Tales depósitos por lo general se presentan en los lechos de ríos,
playas, dunas, y
áreas donde se han acumulado arenas y sedimentos arrastrados por el
viento y/o cursos de agua. Algunos ejemplos de licuefacción son
arena
movediza, arcillas movedizas, corrientes de turbidez, y
licuefacción inducida por terremotos.
Según cual sea la fracción
de vacío inicial, el material del suelo puede responder ante la
carga bien en un modo de ablandamiento inducido por deformación
o alternativamente sufrir endurecimiento inducido por deformación.
En el caso de suelos del tipo ablandamiento inducido por deformación,
tales como arenas sueltas, los mismos pueden alcanzar un punto de
colapso, tanto en forma monótona o cíclica, si la tensión de corte
estática es mayor que tensión de corte estacionaria del suelo. En
este caso ocurre licuefacción de flujo, en la cual el terreno
se deforma con una tensión de corte constante de valor reducido. Si
el terreno es del tipo endurecimiento inducido por deformación, o
sea arenas de densidad moderadas a altas, en general no ocurrirá una
licuefacción por flujo. Sin embargo, puede presentarse un
ablandamiento cíclico a causa de cargas cíclicas sin
drenaje, tales como cargas sísmicas. La deformación durante cargas
cíclicas dependerá de la densidad del terreno, la magnitud y
duración de la carga cíclica, y la magnitud de inversión de la
tensión de corte. Si es que ocurre una inversión de la tensión, la
tensión de corte efectiva puede ser nula, en cuyo caso puede
occurrir el fenómeno de licuefacción cíclica. Si no ocurre
inversión de las tensiones, no es posible que la tensión efectiva
sea nula, en cuyo caso puede occurrir el fenómeno de movilidad
cíclica
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